martes, 12 de julio de 2022

Cuando ciencia y dogma se encuentran: el cientificismo

 

Imagen: garyj/flickr

Una de las características básicas del pensamiento científico —y de la ciencia en general— es que nunca se debe dar nada por sentado, ya que el cambio de paradigma es posible en cualquier momento si hay evidencias de que el conocimiento aceptado como válido no lo es realmente.

Es decir, que la ciencia debería ser un método de aproximación a la realidad completamente alejado del dogma, a diferencia de otras disciplinas como podrían ser la religión o la pseudociencia. Sin embargo, mis obsoletos colegas de la RAE definen la palabra dogma en su tercera acepción como fundamento o puntos capitales de un sistema, ciencia o doctrina. 

A mi parecer, esta definición no es que sea errónea (pues no está estrictamente equiparando la ciencia al dogmatismo), pero el hecho de asociar dos conceptos tan alejados entre sí puede dar lugar a malinterpretaciones o comparaciones poco acertadas. Sin ir más lejos, uno de los modelos científicos cuyo nombre más nervioso me pone es el dogma central de la biología molecular, que da a entender a las personas que lo estudian que se trata de algo inamovible, sin posibilidad alguna de cambio y que persistirá inalterado por los siglos de los siglos. Esto, como bien sabréis, choca frontalmente con las bases del método científico y supone además una clara contradicción, ya que el dogma central de la biología molecular ha sido reformulado y modificado en varias ocasiones a medida que se ha ido avanzando en el conocimiento científico (1).
El dogma central de la biología molecular. Cada vez que veo eso escrito me sangran los ojos, ¿cómo se nos ocurre utilizar la palabra dogma para referirnos a un modelo de biología molecular? (Fuente).

A pesar de todo lo que te he comentado, existe una corriente de pensamiento conocida como cientificismo a la que cada vez se suman más adeptos sobre todo del ámbito de las ciencias naturales y que choca frontalmente con el propio pensamiento científico y la forma de proceder de su método. Si te interesa saber por qué el cientificismo no es una doctrina coherente y hace aguas por tantos sitios, ¡quédate conmigo, que te lo cuento con más detalle!


El cientificismo, una forma de trasladar el dogma a la ciencia


Antes que nada, empecemos por lo básico: ¿en qué consiste el cientificismo?

El cientificismo es, según autores como Tom Sorell, "una excesiva puesta en valor de las ciencias naturales en comparación con otras ramas de la cultura o el aprendizaje", o como propone de forma más concisa el físico del MIT, Ian Hutchinson: "la creencia de que las ciencias naturales son la única fuente de conocimiento real" (2). 

Según la filósofa de la ciencia Susan Haack, existen 6 signos claros que caracterizan el pensamiento cientificista:

1. El uso de los términos "científico" o "ciencia" como forma de aportar mayor prestigio o fiabilidad a las afirmaciones: ejemplos típicos serían los anuncios televisados de pastas dentales que te recomiendan 9 de cada 10 dentistas, o de cremas cosméticas que han sido diseñadas por señores con bata que aparentan ser muy inteligentes. Como podréis notar, se recurre a la falacia de autoridad (científica) en ambos casos para dotar de más credibilidad o mejor apariencia a los productos ofertados.


Falacia de autoridad. Esto es verdad porque lo ha dicho tal persona/organización/institución... Un argumento falaz muy típico y que muchas veces esconde pensamientos cientificistas, como el ejemplo de esta imagen (Fuente).

2. Adopción de la metodología o terminología científica cuando no es realmente necesaria: aquí entrarían los típicos artículos científicos que tratan de cuantificar aspectos de la realidad que no son para nada dados a ello, como este estudio de 2005 en el que se concluía que "el ratio de emociones positivas y negativas debe ser de 2.9013/1 para alcanzar el éxito y bienestar personal" (4). ¿Acaso tiene sentido o se pueden formular matemáticamente los requisitos necesarios para alcanzar algo tan subjetivo y personal como es la felicidad? En fin...

3. Obsesión excesiva por separar ciencia de pseudociencia: con este punto no me refiero a l@s divulgadores científic@s que tratan de desmentir los mitos y mentiras de las pseudociencias de forma honesta y razonada. De hecho, considero esta labor muy positiva y más necesaria que nunca en los tiempos que corren. Aquí entrarían aquellas personas que consideran pseudociencia, por ejemplo, a disciplinas como las ciencias sociales o económicas, ya que no siguen al pie de la letra el método científico. Esto nos lleva de inmediato a la siguiente característica del pensamiento cientificista.

4. Preocupación por definir de forma clara el método científico para demarcar la ciencia de otras actividades: es decir, tratar de establecer una metodología a seguir por la ciencia con tal de mantener su identidad con respecto a otras disciplinas. Esto que suena tan coherente a primera vista poco o nada tiene que ver con lo que observamos en la realidad, ya que hay numerosas propuestas filosóficas válidas a la hora de generar conocimiento científico: el inductivismo, el deductivismo, el racionalismo crítico de Popper, etc. Y eso por no hablar de que, actualmente, no está muy claro del todo si el método científico "al uso" sigue empleándose de forma unánime por parte de la comunidad científica, ya que la forma de proceder a la hora de generar conocimiento depende en gran medida de los fenómenos y ámbitos de la realidad que se van a estudiar.

5. Uso de la ciencia más allá de su ámbito de estudio: por mucho que le duela a algunas personas, la ciencia NO puede abarcarlo todo, ya que hay ámbitos de la realidad que se escapan del estudio de la ciencia por mucho que esta evolucione. No hay más que aludir a campos del saber como la ética, la metafísica, la epistemología o la lógica donde la ciencia no aporta ni puede aportar nada debido a su propia idiosincrasia. En estos casos, es la filosofía la que aporta los conocimientos pertinentes.

6. Desprecio de las disciplinas no científicas debido a su falta de utilidad o aplicabilidad: recurriendo al más puro utilitarismo, much@s cientificistas reniegan de todas aquellas áreas del saber que no proporcionen un beneficio empírico evidente, lo que les hace pensar que, por ejemplo, la ya mencionada filosofía sea una pérdida de tiempo y pura palabrería.

A mí me gustaría añadir una séptima característica que me irrita especialmente y que he observado en numerosas personas cientificistas:

7 (extra). Sentimiento de superioridad técnica e intelectual: me refiero a las típicas personas que denigran disciplinas no científicas, ya que las consideran mucho más "fáciles" de estudiar o que requieren de un menor esfuerzo de comprensión que las ciencias en general, permitiéndose el lujo de considerarse más "inteligentes" por el mero hecho de estudiar una carrera científica o dedicarse profesionalmente a la ciencia.

Como ahora veremos, estos rasgos característicos del cientificismo hacen que esta forma de pensar caiga por su propio peso, perdiendo toda congruencia y cayendo en grandes contradicciones.


El cientificismo suele ir asociado a un sentimiento de superioridad intelectual, que hace que much@s cientificistas banalicen otras disciplinas del conocimiento (Fuente).


Los problemas del cientificismo


Vamos a ir viendo uno a uno los principales argumentos por los cuales considero que el cientificismo no tiene validez alguna, y que, por tanto, deberían conducirnos a desechar esta forma de pensar basada en el dogma, la arrogancia y el prejuicio:

1. El cientificismo es autocontradictorio: yo ya considero este un argumento necesario y suficiente para desechar el cientificismo, pues no tiene mucho sentido seguir a pies juntillas un pensamiento que se invalida a sí mismo.

El cientificismo se fundamenta en la afirmación de que "la ciencia es la única forma válida que tenemos de conocer la realidad". El problema de esta afirmación está en que es imposible demostrarla científicamente, ya que se trata de un juicio de valor que no se puede falsar mediante la formulación de hipótesis y su análisis experimental correspondiente (un requisito indispensable para obtener conocimiento científico). Para demostrarla, tendríamos que recurrir a otras ramas del saber como la filosofía de la ciencia o la epistemología, lo que nos lleva a concluir que la ciencia NO es la única forma válida de conocer la realidad, y que, por tanto, la afirmación fundamental que hace el cientificismo se contradice a sí misma.

2. Hay muchos aspectos de la realidad que no son objeto de estudio científico: como ya dijimos antes, hay multitud de cuestiones que la ciencia no puede abarcar, debido a su propia forma de proceder y sus características intrínsecas. Por ello, adoptar una actitud cientificista implicaría la negación de aspectos esenciales del ser humano como la ética, la estética, el arte o incluso las emociones, y hacer oídos sordos a todo el saber no científico que hemos ido acumulando durante siglos, que no es poco.

Algunos cientificistas intentan contraargumentar esto con lo típico de: estas cuestiones no son inteligibles por la ciencia actualmente, pero a medida que avance el conocimiento científico será posible explicarlas desde el prisma de la ciencia. Esto es un reflejo de que la persona no entiende realmente qué es la ciencia y cuáles son sus límites, además de que está adoptando una postura basada en el acto de fe y la especulación, lo cual se aleja bastante del pensamiento científico.

3. El cientificismo, irónicamente, devalúa la ciencia: much@s cientificistas, con tal de no reconocer que la ciencia es incapaz de abarcarlo todo, pretenden que cualquier actividad o proceso que implique un razonamiento lógico y basado en la experiencia sea clasificado como ciencia (y aquí entraría obviamente la filosofía). Esto haría que prácticamente cualquier actividad sea clasificada como científica, haciendo que la propia ciencia pierda su identidad y se vuelva algo trivial.

4. La ciencia no puede establecer por sí misma que es un método de conocimiento fiable: como muy bien explica Adictos a la Filosofía en este vídeo, si la ciencia estableciese que ella misma es un método de conocimiento fiable, entraríamos en un razonamiento en bucle, con lo que asumir el cientificismo nos haría repetir los mismos argumentos una y otra vez, tal que así (5):

La ciencia es una forma de conocimiento fiable, porque lo dice la ciencia, y hay que fiarse de ella porque la ciencia es una forma de conocimiento fiable, porque lo dice la ciencia, y hay que fiarse de ella porque la ciencia es una forma de conocimiento fiable, porque lo dice la ciencia, y hay que fiarse de ella porque la ciencia... 


Asumir el cientificismo puede llevarnos a un razonamiento en círculos. ¡Hasta el infinito y más allá! (Fuente).

5. El cientificismo puede llegar a ser arbitrario (y un reflejo de soberbia): muchos cientificistas, además de tener una visión sesgada acerca de las posibilidades de conocimiento de la ciencia, llegan a afirmar que "estudiar una carrera científica tiene mucho más mérito y dificultad que estudiar una carrera no científica", lo que, según ellos, aporta una fiabilidad y valor añadidos a las disciplinas científicas, convirtiéndolas en formas de conocer el mundo más veraces y sofisticadas. 

El problema de esta forma de pensar radica en la profunda subjetividad a la hora de establecer que las carreras científicas son más difíciles que las no científicas, pues el grado de dificultad que cada persona experimenta al estudiar ciencias es muy variable. Hay personas que tienen grandes dificultades para estudiar disciplinas científicas, al igual que hay personas —entre las que me incluyo que tenemos más complicaciones en campos del saber no científicos como las artes y humanidades. Además, ¿qué criterios hemos de tener en cuenta para considerar que una carrera o disciplina sea más difícil que otra? ¿Las horas de estudio necesarias (que varían mucho incluso entre individuos de una misma carrera)? ¿La cantidad de publicaciones existentes en cada disciplina del saber? ¿La utilidad práctica que cada una posee?

Como ves, estos criterios de "dificultad" que acabo de inventarme son altamente arbitrarios y sin un fundamento sólido que los respalde.

Por tanto, asumir que la ciencia es un campo del saber más complicado o prestigioso que otros es bastante falaz, al tratarse de una cuestión altamente subjetiva y que, además, implica tomar unos criterios totalmente arbitrarios para intentar darle una respuesta.


Mi opinión y experiencia con el cientificismo


Ante todo, quiero ser lo más honesto posible, y por ello he de reconocer que en el pasado he tenido pensamientos cientificistas. Yo era de los que pensaban que sólo el método científico era fiable para conocer el mundo sensible y que el resto de disciplinas poco tenían que aportar en este aspecto. Si bien es cierto que practicaba un cientificismo débil (ya que tampoco llegaba a considerar la ciencia como la única forma válida de conocer la realidad) (5), eso no quita que uno deba reflexionar y hacer autocrítica sobre su propia forma de pensar. 

Muchas veces, l@s cientificistas lo son por ignorancia o desconocimiento acerca del método o las competencias científicas, pero también hay personas que adoptan una mentalidad cientificista por conflictos de interés de ahí que la mayor parte de ell@s sean científic@s o debido a una actitud positivista, por la cual consideran que todo conocimiento deriva de alguna manera de la experiencia, y que este no se puede obtener de forma previa a la experimentación y el uso del método científico (6).

A pesar de que sus creencias sean erróneas, est@s cientificistas lo son por presiones externas o sesgos cognitivos, pero lo que de verdad me molesta es ver cientificistas arrogantes, como yo los llamo.

Los cientificistas arrogantes son aquellos que, como ya comenté en la 5ª razón por la cual rechazo el cientificismo, se dedican a ir por ahí alardeando de lo inteligentes y respetables que son por el mero hecho de estudiar o dedicarse a la ciencia. Much@s aluden a la supuesta dificultad que supone estudiar ciencias, al elevado grado de complejidad técnica que requiere el conocimiento científico o a su constante actualización con tal de justificar su superioridad intelectual (e incluso moral) por ser científic@s.

Sin embargo, lo que me parece más preocupante es lo extendido que está el cientificismo en nuestra sociedad, especialmente en el mundo académico. Yo me encuentro en la facultad, y no pocas veces, a personas que tienen una mentalidad totalmente cientificista y que son incapaces de entender que la ciencia tiene sus limitaciones, y que no se trata de una herramienta infalible (¡de hecho, para que un conocimiento sea considerado científico debe ser susceptible a falsación!). 

Aprovechando esta reflexión, te voy a contar una anécdota de mi primer año como estudiante de Bioquímica que me hizo darme cuenta de lo implantado que está el cientificismo en las universidades:

Estábamos mis compis y yo en mitad de unas largas e interminables prácticas de laboratorio, y durante uno de los tiempos de espera, nos pusimos a charlar con una profesora acerca de lo que nos iban a deparar la carrera y el mundo de la investigación (si es que nos queríamos dedicar a ella). Durante la conversación, un compañero dijo que el trabajo de laboratorio era muy largo, complejo y que requería de bastante dedicación, a lo que la profesora respondió con este patético comentario: "Esto es lo que tiene la ciencia, que requiere de muchas horas de trabajo. Los que no tengan ganas de currárselo, ¡que se vayan a estudiar derecho o magisterio, que ahí se la pasan todo el día de cachondeo!".

Mis compañer@s soltaron unas risillas tímidas, sin saber muy bien qué responder ante semejante estupidez, pero yo no fui capaz de esbozar la más mínima sonrisa, y me quedé mirándola con cara de póker. Cuando ella me devolvió la mirada, se dio cuenta de la parida que soltó, e intentó enmendar el desastre diciendo: "Bueno, estaba de coña, ¿eh? No os toméis esto al pie de la letra, jejejejeje".


La mirada que le lancé a la profesora cientificista. Aparte de ese comentario, he de admitir que la profe era bastante apañada con nosotr@s y explicaba super bien. ¡No todo tenía que ser malo! (Fuente).


Conclusión


La ciencia es una de las herramientas tal vez la mejor que posee el ser humano para conocer el universo. Le permite además mejorar de forma asombrosa su calidad de vida, algo que podemos corroborar con los avances realizados en disciplinas como la medicina, las TICs, la ingeniería, etc.

Como bien sabe la gente que me rodea, yo soy el primero que ama la ciencia y quiere dedicar su futuro profesional a la misma, pero no por ello soy incapaz de reconocer sus límites epistémicos y sus defectos principales. Defender a ultranza y de forma dogmática que la ciencia es capaz de conocerlo todo no implica que tengas mayor espíritu científico o pasión por la ciencia, de hecho, supone una forma de pensamiento bastante alejada de la propia ciencia y basada en el acto de fe. Eso, y que el cientificismo, además de ser autocontradictorio, daña a la propia ciencia, generando un rechazo hacia la misma en las personas que tienen que aguantar actitudes cientificistas (sobre todo si van acompañadas de un halo de arrogancia y elitismo).

Por ello, pido por favor que, si te identificas con alguno de los rasgos cientificistas que te he mostrado, hagas un poco de introspección y trates de cuestionar tu propia forma de pensar. Al principio es algo que cuesta, pero una vez identificas y asumes tus sesgos y contradicciones, es cuestión de tiempo (y trabajo) cambiar tu forma de pensar y adoptar una mentalidad más abierta, realista y respetuosa con todos los ámbitos del saber. 


El verdadero pensamiento científico. Carl Sagan lo explica a la perfección en esta cita, que nos hace ver cómo el cientificismo es totalmente contrario al espíritu crítico propio del pensamiento científico (Fuente).

Esto es todo lo que te quería contar. Si te apetece dar tu opinión o debatir conmigo sobre este tema, ¡eres totalmente libre de hacerlo! Puedes dejarme un comentario debajo de este texto, en mi cuenta de Instagram (@elbiolocomolecular) o a través de mis cuentas de Twitter (@OliverCC3 o @el_bioloco). ¡Nos vemos pronto!


Referencias


1. Crick, F. (1970). Central dogma of molecular biology. Nature, 227 (5258), 561–563. https://doi.org/10.1038/227561a0



4. Fredrickson, B. L., & Losada, M. F. (2005). Positive affect and the complex dynamics of human flourishing. In American Psychologist (Vol. 60, Issue 7, pp. 678–686). https://doi.org/10.1037/0003-066X.60.7.678